Yemayá estaba casada con Orula, gran adivinador de la tierra de Ifé, él estaba muy unido con el secreto de los caracoles. Un día tuvo que hacer un viaje, largo y tedioso para asistir a una reunión de Babalawos que había convocado Olofi. Como Orula demoró en el viaje más de lo que había calculado Yemayá, se quedó sin dinero comenzando a pasar fatigas. Así que un día se decidió aplicar toda su técnica y su sapiencia para consultar por su cuenta a quien precisaban de ayuda. Yemayá, era adivinadora de nacimiento, y sus predicciones tuvieron mucho éxito y sus ebbó ayudaron a mucha gente. Orula, de regreso, oyó decir que había una mujer adivinadora y milagrosa en su pueblo. Él, intrigado, se disfrazó y fue preguntando por el lugar donde vivía la adivinadora, con la sorpresa que llegó a su propia casa. Yemayá al descubrirlo, le dijo: ¿Tú creías que me iba a morir de hambre?, entonces él furioso, la llevó delante de Olofi quien decidió que Orula consultara con el Ekulele, los Ikines y el tablero de Ifá y que Yemayá dominara los caracoles solamente hasta el número 12, pero le advirtió a Orula que cuando Yemayá saliera en su Oddun, todos los Babalawos tendrían que rendirle pleitesía, tocar con la frente el tablero y decir: Ebbo fi Eboada (lo poco que se está haciendo es para tu bien).
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