martes, 29 de marzo de 2011

Yemayá y Orunla

Yemayá y Orunla

Patakí de Leyendas de la Santería de

Migene González-Wippler


Mientras tanto Yemayá, cuya relación amorosa con Oggún se había deteriorado, decidió dejar al irascible dios de los metales. La separación fue más o menos amigable porque ambos orishas se tenían respeto mutuo y tampoco querían provocar la ira del otro. Por consiguiente, un gran séquito de seguidores de Yemayá apareció en el ilé de Oggún y sacó todas las pertenencias de su amante para llevarlas al palacio submarino.


Por un tiempo Yemayá vivió en relativa paz en el fondo del océano, regresando a tierra sólo para visitar a su hermana Oshún y su querido hijo adoptivo Changó. Ocasionalmente asistían a las reuniones organizadas por Obatalá para discutir con los orishas los asuntos de la humanidad, o a una de las fiestas hechas por Olofi en su espacio celestial. La belleza de Yemayá que permanecía intacta a través de los años, no pasaba inadvertida entre los orishas, particularmente frente a los ojos de Orunla, el divino profeta y adivinador, mejor conocido entre sus compañeros como Ifá. Considerado por los otros orishas como el secretario de Olofi, Orunla tenía una muy alta posición en la jerarquía divina encabezada por Obatalá, y todas las decisiones importantes tomadas por los orishas eran primero consultadas con él. En esos días, Orunla usaba dieciséis conchas de cauri (caracoles) para adivinar el futuro y decidir asuntos de importancia.




El interés de Orunla en Yemayá aduló a esta, quien estimaba mucho al orisha mayor y encontraba encantadora su sabiduría, tal vez porque contrastaba enormemente con el crudo materialismo de Oggún. Ya que no quería aparecer demasiado frívola frente a él, se rodeó de una casi impenetrable altivez, pero siempre dejó suficiente espacio para la esperanza, de tal forma que Orunla no renunciara fácilmente a sus intenciones. Un día, considerando que ya había hecho esperar a Orunla suficiente tiempo, Yemayá accedió a aceptar su propuesta de matrimonio.


La unión de Yemayá con Orunla le encantó a los orishas, particularmente a Changó quien quería y respetaba al profeta, además de compartir fuertes lazos de amistad. El matrimonio parecía haber sido hecho en el cielo, como efectivamente fue, y la armonía entre Yemayá y Orunla era admirable. Las periódicas ausencias de ella para vigilar su reino submarino no incomodaban a Orunla, quien a menudo también estaba lejos en sus propias actividades misteriosas.


Por mucho tiempo todo salió maravillosamente bien entre los dos, y esto pudo haber continuado para siempre de no haber sido por la curiosidad de Yemayá. Ella había estado observando el extraordinario don de adivinación de su esposo divino, y no le tomó mucho tiempo aprender los secretos de las conchas de cauri. La inteligencia superior de Yemayá es uno de sus más grandes atributos, y ella la usó para descubrir los misterios del oráculo con la cuidadosa observación de su esposo mientras utilizaba las conchas.


Un día, mientras Orunla se encontraba lejos ocupado en sus asuntos, Yemayá decidió probar sus capacidades en la adivinación. Uno de los orishas, sin saber que Orunla estaba fuera de casa, llegó a verlo para consulta, Esta era una oportunidad para que la reina del mar probara su habilidad adivinatoria. Después de decirle al visitante que Orunla se encontraba lejos, ofreció leerle el oráculo. Y el orisha, quien estaba presionado por una respuesta y no tenía razón para negarse, accedió a dejar que ella le leyera las conchas. Yemayá leyó el oráculo con habilidad consumada, e indicó unebbó, esto es, un remedio, para el problema del orisha. Tan exactas fueron sus predicciones y tan perfectas sus recomendaciones, que el visitante solucionó sus problemas en pocos días. Regocijado con los resultados corrió la voz de que Yemayá era tan buen o mejor que Orunla que al usar las conchas de cauri para adivinación, y pronto comenzaron a acudir a ella muchos consultantes de Orunla. Sus predicciones eran tan precisas y susebbós tan milagrosos, que la fama ganada como adivinadora creció hasta eclipsar la de su esposo.


Varios meses después, Orunla, cuyos asuntos lo habían mantenido lejos más tiempo de lo esperado, regresó a su ilé. Fuera de su casa había una gran fila de personas, todas esperando ser vistas por Yemayá. Movido por la curiosidad, Orunla entró a su casa y siguió directo a su cuarto de adivinación, donde encontró a Yemayá sentada en una estera de paja sobre el piso, leyendo las conchas de cauri para uno de sus antiguos clientes.


Yemayá levantó la mirada y vio que Orunla observaba fijamente en silencio. A diferencia de changó, cuya paciencia es muy corta, Orunla nunca pierde su autocontrol. Su ira siempre es silenciosa y reservada. Esta vez simplemente miró a Yemayá con frialdad, luego dio vuelta y se alejó.


Consciente de la gravedad de sus acciones, la diosa del mar no perdió tiempo al despedir a todas las personas que habían llegado a consultarla y no atendió sus quejas. Luego empezó a buscar a su marido. Lo encontró a cierta distancia de su casa, observando malhumoradamente el lejano bosque. Ella se acercó en silencio y se sentó a su lado sobre la hierba. Orunla no la miraba. Yemayá estuvo callada un rato, y finalmente extendió la mano y tocó a Orunla.



“Estás muy enojado”, preguntó suavemente. “No era mi intención ofenderte. Pensaba que no te importaría que yo enseñara el oráculo. En realidad, creí que te agradaría. Después de todo, si ambos trabajamos en adivinación podríamos duplicar nuestros ingresos.”


Orunla no respondió. Aunque estaba sentado cerca a Yemayá, ésta sentía como si él estuviera a muchas millas. Su silencio y tranquilidad la inquietaban más que si manifestara rabia y la maldijera. En ese momento ella se dio cuenta que Orunla estaba fuera de su alcance y muy posiblemente lo había perdido.


“Orunla, mi amor, por favor respóndeme”, dijo humildemente. “No me castigues con tu silencio. Puedo soportar todo menos eso. Necesito saber lo que estás pensando.”


Orunla volteó para mirarla. Yemayá nunca había visto tanta frialdad en los ojos de su esposo. Se apartó de él instintivamente, y sus ojos empezaron a mirara de repente a un extraño. Cuando finalmente Orunla habló, su voz sonó fría y distante, como si le hablara a unas de las personas que iba a consultar su oráculo.

“El aspecto más importante en una relación entre un hombre y su esposa es la confianza y el respeto mutuo”, dijo él tranquilamente. “Sin esas dos cosas no puede haber matrimonio. Tus acciones me dicen que no tienes respeto por mí y, por consiguiente, no puedo confiar en ti. Ya que el amor se construye sobre estas fuertes bases, el vínculo que compartíamos se perdió para siempre. A partir de ahora, estás libre de cualquier lealtad hacia mí, y yo estoy libre de ser leal a ti. Ya no eres mi esposa.”


Yemayá lo miró fijamente y desconcertada. “Pero no hice nada malo”, dijo llorando. “Todo lo que hice fue tener parte en los intereses de mi marido”.


“Pero lo hiciste sin permiso”, dijo Orunla. “Si me lo hubieras pedido tal vez habría estado de acuerdo, pero no lo hiciste. Eso muestra que no tienes respeto por mí o mis opiniones. El trabajo de adivinador fue un derecho que me otorgó Olofi. Tú usurpaste ese derecho sin consultarle a él o a mí. Ya que las conchas de cauri para ti significan más que mi amor, te las daré. De ahora en la adelante, tú o cualquiera que las desee puede leerlas. Ya no las usaré como herramienta de adivinación. Con la ayuda de Olofi idearé un nuevo oráculo que sólo mis sacerdotes o yo podamos leer. Y me aseguraré que ninguna mujer tenga acceso a él”.


“Pero, no quiero el oráculo”, dijo Yemayá, casi en lágrimas. “Sólo te quiero a ti”.


“Ya me perdiste”, dijo Orunla fríamente. Si no aceptas el oráculo tendrás una doble pérdida”.


Sin decir más palabras, se paró y se alejó de su esposa. Yemayá lo miró acongojada y silenciosamente mientras entró de nuevo a la casa. Minutos después volvió a salir con algunas de sus pertenencias. Sin mirara hacia atrás, puso la mochila sobre sus hombros y se alejó hacia el bosque. Yemayá no intentó detenerlo; sabía que lo había perdido para siempre.



¿Cómo te sientes al leer esta historia? ¿Qué sensaciones se despiertan en ti? ¿Con cuál orisha de este patakí te identificas más?


De mi parte, he sentido cierta desolación y tristeza. En momentos me he identificado con Yemayá, y en otros con Orunla. Entiendo como necesaria la decisión tomada por Orunla. La aceptación de ambos, ante la pérdida para siempre del vínculo que los unía es admirable. Cuando llega el momento de marchar o de decir adiós a una relación, trabajo, amistad, ciudad, circunstancia de vida, etc… resulta necesario aceptar sin apegos ni resistencias los finales de todo proceso que vivimos. Para que se abran nuevas puertas, es menester cerrar otras.


¿Qué finaliza hoy en tu vida? ¿Qué nuevo comienza?


Ashé, mis hermanos!



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miércoles, 23 de marzo de 2011

Los Principales Orishas Parte VI: Orula, Oyá, Obbatalá, Inlé

Compartiremos el capítulo Los principales orishas del libro de Pablo López y Marcia G. Nielsen:Santería. Yoruba y cubana. Esta es la continuación de:

Los Principales Orishas Parte I: Elegguá y Yemayá;

Los Principales Orishas Parte II: Oggún, Ibeyis, Agayú, Ochosí;

Los Principales Orishas Parte III: Changó, Osún, Ochún, Babalú-Ayé



Orula

También se le conoce como Ifá y Orunmila.

Es el patrón de los sacerdotes (babalawos).

Principal adivino del panteón yoruba.

Posee el secreto de la adivinación gracias a que su hermano Changó se lo cedió, por eso se le considera el adivinador del futuro.

Su don consiste en ser el dueño de Ifá (método de adivinación).

Se acostumbra festejarlo el 4 de octubre.

Es el mejor consejero de los hombres, pero si alguien no le hace caso debidamente estará destinado a una vida llena de desgracias.

Él no se comunica directamente con los hombres, sino que lo hace através de sus oráculos, los cuales se conocen como ékuele (es similar a una cadena que está adornada con cáscaras de semillas, entre otros elementos, y mide alrededor de cuarenta centímetros de largo) y el tablero de Ifá.

Simboliza la sabiduría y por sus poderes de adivinación puede influir en los destinos de los seres humanos.

Posee dones para curar muchas enfermedades, entre ellas la locura.

Vibra con los colores verde y amarillo.

Su amor por los hombres es muy grande, por eso los ayuda tanto.

Es el primer profeta de la religión yoruba.

Su receptáculo son dos mitades de güiro que representan el cielo y la tierra, que pueden ir dentro de una batea de madera.

Sus atributos son una tablilla de cedro, el tablero de Ifá, un cuerno tallado, el rosario de Ifá, una escobilla para limpiar el tablero y un collar.

Sus elekes se confeccionan alternando cuentas verdes y amarillas.

Se le inmolan chiva, gallina negra, paloma y venado.

Sus ewes son aceituna, albahaca, corteza de coco, ñame y ceiba.



Oyá

Orisha de las llamadas muerteras y amante de la guerra.

Es hija de Yemayá.

Se comunica con los espíritus de las personas muertas, ya que es la reina de los muertos (se le adora como patrona del cementerio) y también del fuego.

Dueña de las tempestades, centellas y, en general, de los vientos.

Su receptáculo es una vasija de barro con tapa o sopera de cerámica color carmelita (marrón) o de varios colores.

En su altar no deben faltar herramientas de trabajo, de guerra como espadas, escudos, coronas, pañuelo, guadaña, palo, azadón, rastrillo, hacha y sable.

Su número vibratorio es el 9 y sus múltiplos.

Sus colores son el rojo vino, el marrón o el carmelita y suselekes se realizan intercalando una cuenta carmelita con rayas blancas y negras por cada nueve carmelita.

Se le ofrendan frutas de colores ocres fundamentalmente, berenjenas, plátano, arroz blanco, manteca, uvas, maíz tostado y coco.

Se le sacrifican chivas, gallinas y palomas.

Sus ewes son yuca, granada, geranio, pepino, llantén, artemisa, alcanfor, croto, chirimoya y meloncillo.



Obbatalá

Se cree que a él se debe la existencia del mundo y del hombre.

Es el padre de los orishas; patrón de la paz y de la pureza; dueño de todo lo que tiene el color blanco, la plata u otros metales similares.

Santo de la misericordia, por eso procura la paz entre los hombres.

Cuando se le invoca, nadie debe pronunciar palabras groseras ni insultar a nadie.

El número 8 y todos sus múltiplos quedan asociados con este santo.

Muchos creyentes lo solicitan para que aboguen por ellos.

Nunca aparece vestido con otras ropas que no sean blancas, pero cuando se le implica en actividades de guerra se le agrega una franja roja que le atraviesa el pecho.

Pone a salvo de algunos padecimientos como la ceguera, la locura o la parálisis.




Inlé

Tiene la capacidad de adivinar el futuro, por lo que posee gran sabiduría.

Los médicos y las personas que tiene que ver con la salud se acogen a su protección.

Se acostumbra simbolizar su persona con un pez.

Atiende y soluciona todo tipo de problemas.

Es mejor invocarlo los viernes y el día 24 de cada mes.

Orisha de la pesca, de la recolección prehortícola.

Es cazador, pescador, andrógino y se dice que muy bello.

Vive en la tierra y en el agua.

Inlé significa “el alimento que da la tierra”.

Su receptáculo es una sopera o freidera cuya tapa es un plato.

Sus atributos son dos aros, anzuelos, pita, red, una mano de caracoles, tres pececitos, conchas y tinajita.

Sus números vibratorios son el 3, el 5 y el 7 con sus múltiplos.

Sus elekes se confeccionan de cuentas verde oscuro, azul prusia y coral.

Se le ofrenda vino dulce, borrachitos, lechuga, berro, batata, naranja, bolas de calabaza, ñame, guayaba y aceite de almendras.

Se le sacrifican carnero, gallos, palomas, gallina de guinea; todos los animales deben ser blancos.

Sus ewes son lechuga, girasoles, guaraná, mangle, mejorana, mora, berro, verbena, prodigiosa, helecho, albahaca, hierbabuena y verdolaga.



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viernes, 18 de marzo de 2011

Los Principales Orishas Parte III: Changó, Osún, Ochún, Babalú-Ayé

Compartiremos el capítulo Los principales orishas del libro de Pablo López y Marcia G. Nielsen:Santería. Yoruba y cubana. Esta es la continuación de; Los Principales Orishas Parte I: Elegguá y Yemayá y Los Principales Orishas Parte II: Oggún, Ibeyis, Agayú, Ochosí


Changó

Es uno de los más conocidos gracias a que se menciona en muchas canciones, mitos y leyendas que reflejan su importancia entre los cubanos principalmente.

Ayuda a triunfar sobre todos los enemigos.

Se le puede invocar los viernes y el cuarto día de cada mes.

Quienes adoran el baile no pueden prescindir de su cobijo, y para invocarlo lo hace acostados boca abajo y con las manos muy juntas al cuerpo.

Su principal cualidad es la de la adivinación.

Protege contra accidentes donde hay fuego, y también libera la tención de suicidarse.

Su imagen es impactante pues lleva en medio de la cabeza un hacha como símbolo de guerra.

Orisha de la justicia, la danza, la fuerza viril, los truenos, los rayos y el fuego.

Se recibe como Orisha tutelar.

Su símbolo principal es el oché (muñeco tallado en cedro), cuya cabeza tiene una hacha bípeda.

Tiene como receptáculo una batea de madera, preferentemente de cedro con tapa.

Sus atributos principales son seis herramientas en cedro que pueden ser hachas, espadas, tambores, una corona, una copa, un sable y una maraca.

Su número vibratorio es el 6 y sus múltiplos, aunque algunos le adjudican el 4.

Vibra con el rojo y el blanco.

Sus elekes se confeccionan alternando cuentas rojas y blancas.

Su comida predilecta son tortitas de harina de maíz, leche, plátanos verdes, vino tinto, maíz tostado, cebada y alpiste.

Se le sacrifican carneros, gallos, codornices, tortugas de ríos y palomas.

Sus ewes son platanillo, cedro, álamo, zarzaparrilla, caña de azúcar, cebolla, laurel, mamey, piñón, ruda, tomate, palma, hierba buena y trébol.



Osún

Esta divinidad cuida la cabeza de sus creyentes.

Siempre está al lado de Elegguá.

Avisa a los santeros cuando el peligro está cerca.

Su nombre significa “color” o “pintura”.

Se le celebra el 24 de junio, al menos en algunas partes de Cuba.

Es el orisha vigilante y guardián del creyente.

Representa la verticalidad del ser humano sobre la tierra, por ningún motivo debe acostarse su representación, ni tumbarse mientras su poseer permanezca vivo; si el que lo posee fallece, Osún se tumba y debe ir con su dueño.

Cuando Osún se tambalea o se cae solo, es porque su dueño está siendo presa de una brujería.

Mensajero de Obbatalá y Olofi.

Su receptáculo es una copa de plomo, en cuyo interior se haya la carga secreta, la punta de dicha copa es rematada por un gallo.


Su color es blanco por excelencia, pero también representa todos los colores, porque Osún es también color.

Su número vibratorio es el 8 y sus múltiplos.

Se le ofrenda manteca de cacao, cascarilla y aguardiente.

Se le sacrifican principalmente palomas, pero nunca gallo o pollo.

No se le hacen collares.

Algunos de sus ewes son caña santa, adormidera, romerillo, siempreviva, albahaca, rompesaragüey, verdolaga, aguacate, guayaba, ceiba, álamo y ciruela.



Ochún

Orisha del agua dulce, dueña del río que lleva su nombre, de la sensualidad y la sexualidad femenina, fertilidad, el amor y el cobre (remplazo en la actualidad por el oro).

Se recibe como orisha tutelas.

Es la diosa del amor, aún cuando se trate de relaciones prohibidas; de ahí se deriva su gran popularidad entre gente de todas las clases sociales.

Es considerada el símbolo del matrimonio.

Los metales preciosos, preferentemente de color amarillo, están bajo su dominio. Entre sus ropas es común hallar prendas de color amarillo, las cuales llevan un rombo a la altura del vientre.

Se cree que se le puede encontrar paseando entre las montañas.

Protege de enfermedades en los genitales y salva de hemorragias.

Su receptáculo es una sopera de cerámica de color amarillo.

Lo que no debe faltar en su altar son un sol, una mano de caracoles, espejos, peines, aros, peces, abanicos, plumas de pavo real, corazones, caracoles, conchas, pañuelos y estrellas.

Su número vibratorio es el 5 y sus múltiplos.

Se le representa con el color amarillo en todas sus tonalidades.

Sus elekes más tradicionales se confeccionan intercambiando cinco cuentas amarillas, un ámbar y cinco doradas.

Se le ofrenda su comida predilecta hecha a base de camarones (gambas), acelga, cebolla, pimiento morrón, lechuga escarola, aceite de oliva, vino blanco y seco, huevo, miel de abeja, arroz amarillo, tamales y dulces de todo tipo.

Se le sacrifican chivo capón, gallinas y palomas.

Sus ewes son anís, añil, calabaza, espinaca, canela, girasol, lechuga, acelga, mando, manzanilla, perejil, vetiver, geranio, melón, chayote y grosella.



Babalú-Ayé

Entro todos los santos yorubas no hay otro más humilde queBabalú-Ayé, quizás por eso se le suele identificar con San Lázaro. Para ofrendarlo puede ser suficiente un pan y agua de coco.

Es importante aclarar que durante los rituales donde se le adora no se usa agua común, sino agua de coco.

Su representación no es elegante, sino todo lo contrario; puede causar cierto desagrado o temor pues aparece cubierto de llagas, las cuales simbolizan las enfermedades contagiosas.

Una de sus leyendas dice que aprendió a amar a sus semejantes luego de haber muerto y regresado a la vida.

Es el orisha de la lepra, la viruela, las enfermedades venéreas y, en general, de las pestes y la miseria.

Su receptáculo es una freidera plana grande y se cubre con una jícara o tabla semicircular que lleva en su parte superior un orificio que recibe los sacrificios.

En su altar no deben faltar un par de perritos, un par de muletas y una campana triangular de madera.

Su número vibratoria es el 17 y sus múltiplos.

Vibra con el morado obispo.

Sus elekes se confeccionan de cuentas blancas con una raya finita azul, otros los confeccionan intercalando cuentas rojas y negras.

Se le ofrenda maíz tostado, mazorcas de maíz asadas, pan quemado, agua de coco, vino seco, ajo desgranado, pescado ahumado, cocos verdes y cebolla.

Se le inmolan chivo con barba, gallina de guinea, gallo y paloma.

Sus ewes son cundiamor, sargazo, alacrancillo, epazote, piñón, albahaca, zarzaparrilla, chirimoya e incienso.



Los Principales Orishas Parte I: Elegguá y Yemayá

Los Principales Orishas Parte II: Oggún, Ibeyis, Agayú, Ochosí



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martes, 15 de marzo de 2011

Los Principales Orishas Parte II: Oggún, Ibeyis, Agayú, Ochosí

Compartiremos el capítulo Los principales orishas del libro de Pablo López y Marcia G. Nielsen:Santería. Yoruba y cubana. Esta es la continuación de; Los Principales Orishas Parte I: Elegguá y Yemayá



Oggún

Es el santo que gobierna el mundo mineral.

Hermano de Elegguá.

Es otro de los santos guerrero.

Los días más recomendables para invocarlo son los martes y los miércoles, así como el cuarto día de cada mes.

Quienes buscan su apoyo son principalmente: los soldados, mecánicos e ingenieros de diferentes especialidades y herreros.

También es adorado por aquellos que tienen la desgracia de estar en una cárcel.

Se le considera un orisha violento, pero dueño de una gran inteligencia que le permite actuar con astucia para solucionar muchos problemas.

Su imagen debe llevar siempre un bolso de piel de tigre.

Representa al peleador brusco, hostil y solitario que vaga por los caminos y bosques.

Su receptáculo es un caldero de hierro de tres patas.

En su altar no deben faltar herraduras, clavos de línea, un trozo de vía de tren, freno de caballo, espadas, picos, palas, machete, maza, el conjunto de yunque y martillo que representa al trabajo de forjado de hierro y herramientas de trabajo en general.

Se le ofrenda manteca de cacao y pescado ahumados, tabaco, aguardiente, carne de res o de chivo, maíz tostado, alpiste, harina de maíz y frijoles blancos.

Vibra con el morado, el verde y el negro.

Su número vibratorio es el 3 y sus múltiplos.

Sus elekes se confeccionan alternando cuentas verdes y negras.

Se le sacrifican chivos, gallos o pollos, gallinas de Angola, palomas, y en la antigüedad perros y caballos.

Sus ewes son aguacate, almácigo, almendra, lengua de vaca, ceiba, mora, adormidera, albahaca, romerillo, jengibre, granada, tabaco y siempreviva.



Ibeyis

Se trata de dos niños mellizos, un varón y una mujer.

Sus nombres son Taewo y Kainde, o Talabí y Salakó (recordemos que los nombres pueden variar de una localidad a otra), que en todo caso significan “los más populares”. Todos los orishas los quieren por traviesos, juguetones y simpáticos.

Son hijos de los orishas Ochún y Changó.

Se les considera los santos patrones de todos los niños, a quienes protegen de enfermedades y otros peligros.

La forma más común de representarlos es a través de dos figuras de madera que simulan estar sentadas.

Sus figuras llevan regularmente un collar de Changó y otro de Yemayá.

Se les invocan principalmente los domingos.

Las piedras que los representan son muy especiales; las del varón tienen forma de pene, en tanto que las de la mujer son redondas como una vagina.

La manera más fácil de tenerlos contentos es ofreciéndoles bailes y muchos cantos.

En muchas ocasiones son invocados para reunir a familias que se han separado por diversos problemas.



Agayú

Su nombre significa el “poder del mundo”.

Se le invoca únicamente los miércoles.

Santo que habita en los desiertos pero también influye en los volcanes y en los ríos.

Santo patrono de los viajeros.

Es el responsable de acompañar a las almas de los seres humanos en el momento en que abandonan la vida terrenal.

Se le considera el santo que fomenta la alegría en los hogares.





Ochosí

El otro de los santos guerreros.

Protector de los que tiene problemas con la justicia.

Es el mejor de los cazadores que han existido en todos los tiempos, pero también se le considera un mago o brujo.

Se le representa con un arco y una flecha.

El número que se le asocia es el 3.

Los mejores días para solicitar su ayuda son los lunes y los miércoles, además del cuarto día de cada mes.

Cuando se le encarga algún trabajo se debe hacer por las mañanas.

En su altar no deben faltar lanzas, flechas, arcos, trampas de ratón, rifles, figuras de perros de metal o plomo, un saco de piel de animal, pólvora, implementos de pesca, trofeos de caza, espada, machete y cuchillo.

Su ofrenda debe llevar alpiste, mijo, ñame, aguardiente, anís, tabaco y legumbres.

Vibra con el color azul y sus collares se confeccionan de cuentas azul y coral alternadas o de siete azules y siete amarillas.

Se le sacrifican chivos, gallos, codornices, pollo, venados, palomas y gallinas de guinea.

Algunos de sus ewes son caña santa, adormidera, romerillo, siempreviva, albahaca, rompesaragüey, verdolaga, aguacate, guayaba, ceba, álabo y ciruela.





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