La imagen en negro y una voz femenina que irrumpe su negrura para confesar: “Tiene otra”. Es el dictamen del personaje principal en el muy bien logrado cortometraje, La Santería, realizado por el cineasta Federico Eines. Continúa esa voz -ya en penumbras, a la luz de velas- “…lo sé, cuando me besa…” para volverse oscuridad. Cierta mujer se encuentra en una consulta con la Santera pidiendo que la ayude, que le realice un amarre ya que -con certeza- sospecha que su amante tiene otra. La Santera, una mujer de edad madura, de rostro y mirada profunda que no han quedado indiferente ante el paso del tiempo, consulta con los caracoles y le informa a la consultante: “No puedo ayudarla”. Sentencia que tras el intervalo de un mínimo silencio marcado por la caída de una gota de agua, por la caída de una respiración que se lanza dolida y con rabia contenida, la mujer desea que sufra y que sufra mucho e insiste a la Santera que por cualquier medio cumpla la voluntad de su capricho, que realice un milagro. La negación provoca ira. La mujer lanza al suelo las velas que yacen en la estantería de trabajos realizados tras decir: “Vieja bruja, hazme el trabajo.”
Entre campanas de viento y ritmos de tambores, entre cada golpe en el cuero que retumba en cada latido, algo más grande se apodera del espacio de la consulta y la Santera poco a poco se va entregando al más allá, a la muerte. La angustia y el desespero se apoderan de la mujer. Pero desde el más allá, la Santera accede a realizar un milagro más. “….Mira, mírate en mis velas. Ves como arde aquí el alma de Madrid. Mírate en mis velas. (…) Mira, es tu alma lo que observas… Ya te están conociendo. Te descifran… para mí.” La vela de los amantes (la imagen de un hombre y una mujer entrelazados en un abrazo), que se usa típicamente para rituales de amarre, aparece en escena encendida y como imán atrae a la mujer que se mira en ella cual si espejo que refleja su condición interior. La voz en off de la Santera continúa recitando: “Mírate en mis velas. Mira quién eres. Mira lo que quieres.” La llama de la vela desfigura la imagen mítica de esos cuerpos desnudos que se abrazan. Cada gota de vela derretida consume y desprende del cuerpo de la mujer, la figura del hombre que desaparece calcinado. Ella se queda sola. “No lo amas -dice la voz de la Santera-, es la princesa que él ve en ti quien te tiene cautivada…” La Santera continúa amasando con sus palabras el milagro que necesita la mujer. “Los gestos de la princesa ya no dibujarán tu cara. Llorando la enterrarás y volverán cada noche los pájaros a no dejarte dormir hasta que encuentres un nuevo nombre para ti.” Porque en el fondo, de lo que trata esta consulta es de ser una guía hacia el auto-conocimiento, hacia el trabajo con uno mismo. La consulta con la Santera viene a ahondar en la realidad inherente de cada persona, en su ser profundo y a matizar el sentido de lo espiritual. La Santera se convierte en ese Ser que desde el más allá habla a la conciencia para que despierte, se deje morir y pueda renacer. Cuando nos aferramos a esa voluntad caprichosa movida por los deseos, el miedo y la falta de amor y honestidad hacia nosotros mismos, hay que dejarse “morir para nacer, eso es un milagro.”
Puedes disfrutar y reflexionar sobre este excelente cortometraje, auspiciado por Santería Milagrosa, accediendo a la página web de Federico Eines (http://www.federicoeinesfilms.eu/) en la sesión de “cine”. Si te interesa adquirir el cortometraje, lo puedes conseguir en Santería Milagrosa.
Puedes contactar al: 91 524 01 42
(C/ San Alberto, 1 -Esq. Montera, 23. Metros: Sol, Gran Vía)
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