La tradición Santera se fundamenta sobre la existencia de una jerarquía rectora del mundo, formada inicialmente, en su cima más alta, por Olofi quien, para dirigir el mundo, creó a los Orishas mayores y menores; nos explica Héctor Izaguirre en Osain y la Corte de los Seis Orishas. (Otros investigadores y practicante de la Santería Yoruba, como Celia Blanco, nombran al Ser Supremo como Olodumare, siendo la fuente primaria de energía vital. Olofi y Olorum son nombres que se le atribuyen al mismo Olodumare. Olofi sería un aspecto más accesible, quien dirige el concierto de energía cósmica universal. Es Olofi y no Olodumare quien se relaciona con la vida diaria de los Orishas.) Continúa Izaguirre relatando que son los Orishas quienes crearon al hombre, integrado por un cuerpo representativo de lo material y una cabeza, símbolo del espíritu. El hombre vendría a ser una doble realidad con diferentes objetivos. Mientras vive en el cuerpo le corresponde aprender. Por ello en la Santería, el hombre nace y muere muchas veces, todas las necesarias para alcanzar el nivel superior. La finalidad de cada nacimiento es el cultivo de la vida espiritual.
La Corte de los Seis Orishas -conformado por los Orishas menores: Oko, Iroco, Oyaó, Ochumare, Oyá y Aroni- son los espíritus que ayudan a Osain a cumplir con su misión. Izaguirre expone que no existe una claridad sobre estas variaciones en las divinidades. Pareciera existir, en primer lugar, los hombres, luego cierto tipo de espíritu evolucionado y, por último los Orishas, auxiliares a distintos niveles y con funciones del gran Padre Creador.
Oko
Deidad de la agricultura y la cosecha; es el primero de los Orishas menores que complementan a Osain. Es el patrón de los labradores y cumple la función de árbitro entre las mujeres, así como también es el juez que resuelve el problema de los Orishas. Dedicado al trabajo, este Orisha guarda celosamente numerosos secretos sobre la vida vegetal, cumple con el voto de la castidad y los testículos le cuelgan hasta el suelo, fecundando todo lo que tocan.
Su presencia garantiza el crecimiento y prosperidad de las cosechas y las abejas se convierten en sus mensajeras. A Oko se le corresponde una misión muy especial, porque es responsable de la distribución de recursos alimenticios en la tierra. Cuando retira su protección de algunas regiones, aparece la sequía y las plantas no prosperan. De esta forma, logra mantener un equilibrio en el mundo.
Canto a Oko
Nos regocijamos al encontrarnos
con el espíritu de la tierra
que hace el bien, el bien.
Cabeza escogida de la tierra
te saludamos, te saludamos
honorable anciano.
El espíritu del Orisha menor Oko desarrolla su actividad durante le luna nueva; éste es un culto fundamentalmente femenino, desarrollado como complementación de los trabajos solares. En la actualidad, este culto ha perdido vigencia y, en algunas regiones es tan solo un recuerdo.
Iroco
La tradición Yoruba asignó a Iroco como la ceiba y su follaje. Árbol sagrado, muy antiguo, sobreviviente del gran diluvio y de la separación del cielo y la tierra; refugio de todos los Orishas y templo de todos los Santeros. A su sombra se cobijan los cultos, se entierran los Osain y se hacen sacrificios.
Según la tradición, el bastón de Olorun está hecho de madera de este árbol sagrado. Por extensión de las funciones de la ceia, se complementó el imperio de Iroco con el follaje de todos los árboles. Se afirma que al hacer rogaciones al pie de Iroco con la finalidad de tener hijos, el Orisha lo concede, pero pide como pago un carnero.
Iroco es un Orisha viejo y santo, su mujer es Abomán. Tiene dos hermanos, uno varón llamado Bomá y una hembra llamada Osabá, ésta vinculada con Yemayá y, en cierta forma, su presencia con Iroco ha confundido y por eso algunos tratadistas le dan carácter femenino a la ceiba.
A Iroco se le baila con un bastón revestido de collares y una escoba adornada de rojo y blanco.
Oyaó
Este Orisha representa las raíces de la ceiba, es hermano de Oyá y cumple la función de sostenedor, de base. Todas las cosas de la vida se fundamentan sobre algo y ese algo es Oyaó.
Él crece hacia abajo, hacia el centro de la tierra y tiene la particular característica de nutrir al árbol, tanto de agua como de minerales y de elementos necesarios para la vida. Complementa el trabajo de Iroco y tiene aplicaciones médicas y mágicas. Oyaó es un Orisha con funciones de conexión, él permite el tránsito de las fuerzas telúricas que son absorbidas por las raíces convirtiéndose en savia que asciende hacia el tronco y luego a las hojas donde se produce el intercambio con las fuerzas del Orisha Olorun, encargado de hacer el contacto con lo superior, con lo sagrado.
Los misterios y poderes del Orisha Oyaó están por descubrirse, en el paso bajo la tutela de Oyá, el hombre desde niño aprendía este arte del manejo de las Hierbas.
Oyá
Muy discutidora, peleona y contestataria, y se le asocia a los conflictos maritales y a la educación instintiva de los niños. El pueblo la ha llamado el torbellino, porque es continua y concentrada en sí misma. Oyá, además, ha sido identificada con la naturaleza humana porque responde a las cualidades buenas y malas del hombre. Es amante de las plantes y dirige la educación de los niños entre los tres y los nueve años, guía la curiosidad inocente y cultiva el instinto conocedor de las aplicaciones de las plantas.
En la educación del niño Yoruba, esta Orisha juega el papel de entrenadora para la vida. El niño en el monte comete errores y aprende a rectificar, con la percepción interior de las cosas.
En la actualidad, el culto a Oyá se ha olvidado, por esta razón el niño ha perdido la percepción de la naturaleza, la siente diferente a él, pone una pared entre los dos con una relación de continuidad. Oyá educaba a los niños en la fase más apropiada para el desarrollo del instinto, no así de la razón y el intelecto.
Ochumare
Orisha hermafrodita, simbolizado en el arcoíris. Ochumare caracteriza dos categorías cognoscitivas muy importantes, como son la movilidad y la permanencia. Representa a todo lo que cambia y al mismo tiempo lo que se mantiene. A veces, se le manifiesta al investigador con dos caras, con expresiones de dos realidades simultáneas, bueno o malo, viejo o joven, feo o bonito. Tiene muchas modalidades o matices que crean cambios en la naturaleza.
El arcoiris o Ochumare nos indica los diferentes niveles del mundo natural, así como la aplicación de esta teoría, al manejo de las matas y las yerbas. Es, además, el Orisha del contacto del abajo con el arriba con algo que es visible pero intangible. Se ha creído que el arcoíris es una escalera para subir al cielo y en el lugar donde hace contacto con la tierra se encuentra un tesoro. Este Orisha tiene que ver con la búsqueda de tesoros enterrados. Aquí ubicamos la categoría de realidad y apariencia. Si la riqueza buscada es interior, Ochumare ha nacido en nosotros.
Aroni
El monte era defendido violentamente a toda penetración humana. El Orisha asignado por los dioses para ese fin era Aroni, también llamado Eshú, quien representa los poderes más bajos y a las agresiones más terribles contra lo humano. Estimulaba a las serpientes, a las espinas, a los bachacos y a la amargura.
Es un Orisha terrible, su aspecto es horroroso, asociado a los animales sobrenaturales, como kioma y kolofo. Su figura es la de cómo un enano con cara y cola de perro, tiene una sola pata, por lo que avanza dando brinquitos. También se le representa como un tizón de carbón que enceguece a los que intentan penetrar en su reino.
Esconde los secretos más poderosos de las plantas.
La historia de Osain y sus seis Orichas, nos revela una lección para nuestro tiempo, apunta Izaguirre, sobre la adecuada interrelación entre el hombre y la naturaleza. La cultura del cementerio debe ser ayudada con el verdor de las plantas, continúa, y la medicina química deber parcialmente sustituida por las terapias naturales.
Ver: Osain y la Corte de los Seis Orishas (Parte I); Osain y la Corte de los Seis Orishas (Parte II)
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